Retiro Vipassana en Suan Mokkh
DÍAS 3, 4, 5,… DE AUTOS Y FINAL
«El proceso de la respiración, si lo entendiésemos y lo experimentásemos en la totalidad de su significado, podría enseñarnos más que todas las filosofías del mundo.» Lama Govinda
La estatua del jardín botánico
Contrariamente a lo que yo esperaba, la mayoría de la gente aguantó en el retiro. Yo pensé que el segundo día iba a haber una espantada general, pero no. Al final del primer día ya tenía pensado irme de allí, pero decidí aguantar un poquito más y quedarme, precipitarse no suele ser aconsejable. Pienso que el cuerpo y la mente se van acostumbrando a los cambios y en el fondo se hace cómodo que alguien te programe el día y te de de comer y beber. Los bañitos en las aguas termales y el yoga-chi también ayudaron.
Lo descrito anteriormente debió de ocurrirle a más gente. Hasta el tercer día yo creo que no hubo más de dos bajas. El quinto día en cambio, no sé por qué, hubo una desbandada de una docena de personas. El noveno día que fue cuando yo me fui, nos habríamos dado de baja unas treinta y cinco personas de un total de ciento ochenta. Teniendo en cuenta lo estoico del programa, se podría considerar un éxito. A partir de ahí no creo que hubiera ninguna baja más hasta el final del retiro, once días en total.

Los ocho primeros días funcionamos con el mismo programa. La noche del octavo anunciaron el programa de los dos siguientes días. Los cambios eran básicamente dos: se suprimían excepto yoga-chi, el resto de actividades, y pasaban a ser horas de meditación. Las comidas se reducían a «el desayuno». Este se retrasaba media hora e iba a ser más copioso. A partir de ahí ninguna otra comida con sólidos, es decir, el día comenzaba a las 4:00 y el desayuno de las 8:30 era la única comida del día, se pasaba hambre solo hasta las 21:30, hora de planchar oreja. O sea, se comía de veinticuatro en veinticuatro horas.
Ese día desaparecimos varios, entre ellos Patato, como era previsible. Yo esperé un poquito más que el resto antes de irme. No quería perderme mi última clase de yoga-chi ni el anunciado desayuno, que tampoco fue tan copioso. Lo de una sola comida al día, mal, lo de suprimir casi todas las actividades que le mantienen a uno entretenido, mal, pero las dos cosas juntas, fatal. Me dio pena perderme las clases de yoga-chi, y también el último día, el onceavo, en el que había visita guiada al monasterio y sobre todo, porque ese día se rompía el silencio y el cambio de impresiones sin duda habrá sido explosivo, como lo fue la primera noche del día que ingresamos, Nochevieja. Pero aguantar dos días con una sola comida y dando paseos por ahí no me apetecía en absoluto.

La víspera de la partida, nos advirtieron a otro «no-meditante» y a mi por estar hablando. El resto del personal estaba en el Hall 5, y este muchacho y yo coincidimos en el Hall 3, los dos con claros síntomas de sobredosis por meditación. Yo me escapé para darme un garbeo, tomar un poco de aire, y practicar tai-chi para entretenerme y solazarme.
Ese día por la tarde, nos habían explicado los principios teológicos del budismo: el bien y el mal, los buenos y los malos, la virtud y el pecado. Todo muy infantil, como de pecado original, de Adán y Eva. El compi tenía un mosqueo monumental. Decía que él había venido a perfeccionar su meditación, no a ser adoctrinado en el budismo. Alegaba que se podía aprender a meditar y entender su verdadera esencia sin tener que ser sermoneado por nadie. Yo le decía que tenía que tener en cuenta que estábamos en un monasterio y que a pesar de el curso estar dirigido a un grupo de occidentales, ellos iban a vender su moto. Son como tantos otros vendedores de humo, pero estos vestidos de naranja. Y que además estaba seguro de que nadie de los que allí estábamos se había ni siquiera planteado ni un poquito la historia que nos contaron. Era demasiado burda.

Hice el ejercicio de imaginarme un oriental que le cuentan por primera vez que a una señora llamada María, se le apareció un ángel y le dijo que iba a tener un hijo destinado a ser el mesías, no Messi, sino el mesías, El Salvador, y que había sido fecundada por una paloma o una llama, depende de versiones, llamada Espíritu Santo, que no es uno, sino trino. Pero que tranquila, que seguía siendo virgen, incluso después de parir iba a seguir siendo virgen y limpia de toda mácula. Pero por Dios! ¿Quién se puede creer eso? ¿Sería San José tan iluso? Algo había que contar a San José pero la historia me parece demasiado rebuscada. Bien, pues la explicación que dieron los budistas era tan estrafalaria como esta que he descrito.

En el S. XXI nadie se puede sentir atraído por estas arcaicas historias, y mucho menos creérselas. Todo el mundo ha leído o visto «El Señor de los Anillos», que es infinitamente más creíble. Realmente es una moderna visión del Nuevo Testamento en la que Frodo sería Jesucristo, Bilbo Bolsón -que es soltero- San José, Gandalf sería San Pedro, Arwen sería María Magdalena, Aragorn sería San Pablo, Gollum sería Judas Iscariote, Legolas, Gimli, Samsagaz, Galadriel, Glorfindel, Celeborn, Eomer, Faramir y Meriadoc, el resto de los apóstoles. Nazgul sería Poncio Pilatos, Saurón sería el demonio, Eldamar, el cielo y Mordok, el infierno.
En estos diez días he practicado yoga y me he iniciado en tai-chi y canto budista -y olé-, también conozco mi cuerpo mejor que antes. No es que haya descubierto ningún nuevo agujero, sino que he aprendido a sacar mejor partido de él controlando la respiración. Soy más consciente que antes que mediante la respiración podemos conseguir mejor rendimiento físico y desde luego también mental. Siendo conscientes del hecho de respirar podemos controlar nuestros estados de ánimo y así como para tranquilizarnos, también podemos utilizarla para excitarnos.

Creo que la lección que más clara me ha quedado es la que debemos ser conscientes en todo momento del acto de respirar para así tener mejor control de nosotros mismos. Evidentemente nadie se olvida de respirar, incluso hay personas que practican algunas de estas técnicas sin ser conscientes de ello.
A un apreciado amigo que tiene una potencial carga de filósofo, siempre le he oído que cuando va al váter, él nunca hace fuerza, sino que espera que la carga caiga por su propio peso. Lo que realmente está haciendo, es uso de una técnica milenaria que en él es innata, aunque solo sea cuando se sienta en el retrete. Si sentados aquí somos conscientes de ello, si inhalamos y exhalamos conscientemente, «breathing in, breathing out», la tarea se realizará sin esfuerzo. De esta manera podemos evitar lesiones dorsales debido a la fuerza utilizada en el proceso, desgarros anales en casos de estreñimiento y, en casos extremos en los que se ejerce una fuerza de más de cinco bares de presión, la dilatación de los globos oculares con la posible rotura de parte de sus vasos sanguíneos. Por lo tanto, antes de entrar al cuarto de baño para realizar tareas pesadas, hay que, siempre, y repito, siempre antes de entrar, hacer acopio de la cantidad de aire necesaria. porque una vez dentro y ya en faena, es posible que no dispongamos del suficiente oxígeno en un espacio a veces reducido y mal ventilado.
Y amén.

Uichhh le di sin querer a enviar antes de acabar … sorry 😮 … decía que había mucha gente… Demasiada para mi gusto.
Encantada de saludarte. Un abrazote.
Imagino que visto desde lejos, lo de ciento y pico personas haciendo el retiro, da un poco de vértigo. Lo cierto es que, como tampoco se hablaba con nadie, pues no se echa mucho de menos lo del «petit comité». El retiro estaba bien organizado y todo bien ordenadito.
Me encanta que te hayas reído con el relato. No sé si es mucha la gente que se ríe con él, lo cierto es que sí es poca la que lo expresa. Gracias por ser una de esas personas.
Me ha gustado mucho el retiro 😉 me he reído un rato. Por cierto… yo el misterioso mantra lo pillé rápido, desde el principio 😀 supongo que por el contexto. Sin duda la respiración es poderosa, casi mágica. Yo medito y practico taichi 😉 A mi me molaría vivir una experiencia así…pero menos multitudinaria… me ha llamado la atención el alto n
Entretenida la experiencia ..pero prefiero el breathing in and breathing out..fuera de un internado budista…..y después comer rico?
Y comer acompañada de una botella de rico vino, que el alcohol también lo teníamos prohibido. En el fondo el retiro es para echar de menos muchas de las cosas buenas de la vida.
Me lo voy leyendo, sigue disfrutando y contándonos las experiencias. Saludetes. Rafa