POKHARA COMO CAMPO BASE

A veces cuando viajo, apenas me informo previamente sobre los lugares que visito. Llego al lugar elegido con peregrinas nociones que he adquirido por boca de otro viajero o por haber leído algo en algún sitio. De esta manera, voy menos condicionado al lugar.
Llegué sin saber muy bien donde llegaba, y acabé estableciendo Pokhara como campo base. Lo hice principalmente porque quería huir de la excitante pero exigente Katmandú -todavía no sabía de las bondades de Bhaktapur-. Tomé la decisión después de ver, paseando por la calle, una fotografía del lago Phewa con unas montañas nevadas al fondo que ni siquiera sabía cuáles eran.

Después de las ocho horas de bus para los solo doscientos cuatro kilómetros que separan la capital de la segunda ciudad más poblada del país, llegaba ufano a mi destino. Llegué ufano pero llegué cansado, ya que, aunque me aseguraron que el autobús era “De Luxe”, esta definición es sin duda exagerada. Básicamente se refiere a que en cada asiento va solo una persona y punto, dejémoslo ahí.
El lugar superó mis expectativas, y no solamente porque está quinientos metros más bajo sobre el nivel del mar que Katmandú y por lo tanto, la temperatura es más agradable. Aquí tenía mucho de lo que venía a buscar a Nepal, así pues, lo establecí como campo base.

La ciudad se divide claramente en dos: Lakeside y el resto. Esta última es bastante feucha, la primera también. Lakeside es un lugar plagado de restaurantes, bares, hostales, hoteles y tiendas para turistas. Las tiendas están enfocadas principalmente en “estuve aquí y me acordé de tis” y tiendas de material de montaña. En esta parte de la ciudad hasta es posible ver nepalíes, eso sí, casi todos trabajando para el gran negocio del turismo.
Su mayor atractivo es que está situada en un enclave privilegiado. A escasos kilómetros se encuentra el macizo del Annapurna, y un poquito más allá el del Dhaulagiri. Su lago, aunque artificial, no carece de encanto. Es un remanso de tranquilidad y en los días claros, un espejo de las gigantescas nevadas moles de piedra que se alzan engañosamente al alcance de tu mano.

De uno de los lados del lago emerge un monte que se eleva unos doscientos metros sobre él. Es aquí donde se encuentra la Pagoda de la Paz, que es la excusa para subir y disfrutar de la vista de espejo del lago y probablemente de la mejor panorámica sobre la gran ciudad. Enfrente se alza mansamente el Monte Sarangkot, eso sí, se alza hasta los 1.600 metros de altitud. La subida desde la ciudad lleva, dependiendo de tu paso, algo más de dos horas. Desde una plataforma que hay en su cima y a la que se debe acceder pagando previamente 50 rupias, se puede disfrutar de unas vistas de los Himalayas de quitar el hipo.

Además del macizo del Annapurna, es también posible observar el del Dhaulagiri. Desde ese privilegiado lugar y ante esas vistas, es muy difícil no sentirse un gran montañero, aunque no te hayas calzado unas botas nunca! Es también aquí desde donde despegan las decenas de parapentes que vuelan a diario sobre el lago. El regreso lo puedes realizar a pie evidentemente, pero si consideras que ya has caminado suficiente, puedes bajar en taxi o incluso en bus.
Desde cualquier punto de la ciudad es posible ver gigantes de más de 6.000 metros de altitud. El que se lleva la palma es el Machapuchare –literalmente, cola de pescado-, no solamente por su proximidad, su altura -6993 m.- y por estar prácticamente solitario, si no también por su peculiar forma que es todo un reclamo para la vista. Imposible no dirigir la mirada hacia él -aunque sea de reojo-, todas y cada una de las veces que asoma entre o sobre los edificios, que son muchas. Es como una gran madre: protectora pero a quien se guarda respeto. Es la única cima de los Annapurnas que nadie ha llegado a pisar. El último monte sagrado sin profanar.

Mucho más abajo, pasear por las orillas del lago es todo un placer. A lo largo de ellas hay un rosario de bares y restaurantes donde venden la cerveza más barata de toda la ciudad –exceptuando las tiendas-. En sus riberas hay diferentes puntos para alquilar botes, con o sin remero, pero siempre con remos. Estos puntos de alquiler cuanto más alejados están de la pequeña isla del lago que alberga un templo hindú, son más económicos. En bote es posible también acercarse al sendero más cercano a Lakeside que sube hasta la Pagoda de la Paz.

Es Pokhara también el mayor centro de turismo de aventura. Allí se puede practicar desde tirolina -no recuerdo si más larga, ancha, alta o empinada del mundo-, hasta parapente, goming, descenso de cañones, piragüismo, vuelo en ultraligero sobre las enormes montañas y como no, senderismo e himalayismo.
Durante el intermitente mes que permanecí allí, asistí habitualmente a clases de yoga. En la zona hay varios lugares para hacer retiros de yoga y/o meditación, así como profesores que ofrecen estos servicios para viajeros de paso. Yo asistí a clases en “Yoga Chautara” con Nabita. A quien esté interesado se lo recomiendo por dos incontestables razones: precios asequibles y profesionalidad.

DATOS ÚTILES
Cómo llegar.-
En Bus: Desde Katmandú los buses salen varios a diario a las 7:00 desde la “Tourist Station”. El precio puede variar dependiendo de quién te lo venda. Yo pagué 700 rupias.
El viaje demora supuestamente siete horas. En el que yo fui demoró ocho horas a la ida y once y media a la vuelta, eso sí, con avería y atasco incluidos.
También es posible viajar desde o al Terai e incluso India.
En Avión: Hay un aeropuerto nacional con vuelos a y desde Katmandú, Jomsom y Manang.
Dónde alojarse.-
La variedad es abrumadora. Por practicidad es aconsejable alojarse en Lakeside, que es donde están la gran mayoría de alojamientos. A partir de ahí y desde 300 rupias por una cama en un dormitorio, puedes elegir el que más te guste.

Yoga y meditación siempre recomendable.
Gigante Annapurna.
Te seguimos leyendo.
Saludetes
Un abrazo Rafa, y gracias por comentar.
Preciosas fotos, con un colorido intenso. No te imagino haciendo yoga. Un beso enorme.
Hago hasta el pino-puente Begotxu!!! Muakis