NAGORNO-KARABAJ, Esculturas de Tatik and Papik

Pedaleando Alto Karabaj

CICLOTURISMO EN NAGORNO-KARABAJ

JUEGOS DE GUERRA

Soldados en Jrakan, Nagorno-Karabaj
Columna de soldados

PEDALEANDO ALTO KARABAJ (REPÚBLICA DE ARTSAKH)

Nagorno-Karabaj o Alto Karabaj como aconseja la RAE que se denomine, es una república independiente de facto. No está reconocida por ninguno de los estados miembros de la ONU, solamente por otras tres repúblicas que están en parecida situación: Transnistria, Abjasia y Osetia del Sur. Su nombre oficial es República de Artsakh.

REPÚBLICA DE ARTSAKH, Pantano de Sarsang
Pantano de Sarsang

Su orografía, como la de la vecina Armenia, es extremadamente montañosa. Sus montañas están cubiertas por frondosos bosques aunque, principalmente en el este y sur de la república, son especialmente áridas y con escasa o nula vegetación.

SITUACIÓN ACTUAL

REPÚBLICA DE ARTSAKH, Monasterio de Dadivank Monastery
Monasterio de Dadivank

Con una población de aplastante mayoría armenia, su historia es un resumen de lo ocurrido en tantos otros lugares de la zona. Múltiples invasiones y pertenencia a diferentes imperios. Por intereses, presiones e influencias políticas externas ajenas al sentimiento de la población, la zona se convirtió en un polvorín. Este estalló entre los años 1991 y 1994 en forma de guerra. Los principales actores fueron Armenia, Azerbaiyán y los propios habitantes del Alto Karabaj. Para quien quiera saber detalles, aquí tiene un enlace. Aunque fue poco después de realizar este viaje cuando se registró el último gran enfrentamiento armado, concretamente en el año 2020.

Mantienen fuertes lazos con sus vecinos armenios, con los que incluso comparten moneda. Con sus vecinos azeríes solamente comparten odio visceral.

TRÁMITES

Karabakh
Républica de Artsaj

Viajar a la zona es seguro, pero hay un inconveniente. Una vez que tengas tu pasaporte sellado, tendrás prohibida la entrada a la vecina Azerbaiyán.

Conseguí el visado de entrada en la capital armenia, Yereván, uno de los pocos lugares donde poseen embajada. El precio es de unos seis euros. Solicité veinte días que me fueron concedidos. El visado incluye también un permiso con las zonas a visitar, solicité todas. Hay una excepción para todo el mundo, visitar la línea del frente.

PEDALEANDO ALTO KARABAJ, Pantano de Sarsang
Autobús en medio de la nada

LA LIBERTAD QUE DAN LAS DOS RUEDAS

La mayoría de los visitantes, realizan el mismo recorrido, que es el que proporcionan agencias de viajes y el que facilita el propio transporte público. En bicicleta sin embargo, cada uno diseña el que le apetece. Yo elegí el que supuse me iba a proporcionar más emociones… pedalear a lo largo de la línea del frente. Sin entrar en ella, pero bien cerquita. No estaba equivocado, desde el día que me acerqué a la citada línea, no faltaron las emociones, imprevistos, sorpresas y sustos.

TERRITORIO COMANCHE

La región está fuertemente militarizada, pero en lo que respecta a las proximidades de la línea del frente, podría decirse que es zona militar.

Estaba sobre aviso de que caminar por ahí es tema muy serio. Hay francotiradores a lo largo de ella y de hecho, hay bajas de los dos bandos a menudo. A veces hay escaramuzas y los ánimos se calientan más de lo aconsejable, poniendo el «alto el fuego» en un brete.

NAGORNO-KARABAJ, Campo de tiro
Restos de tanques

Pedaleando entre Martakert y la capital, Stepanakert, me llamó poderosamente la atención un antiguo campo de batalla. En él había esparcidos pedazos de maquinaria de guerra acullí y acullá. No pude resistir la tentación de adentrarme por un camino de tierra para tomar unas fotos de la escena. Restos de tanques, y de otros artefactos ya irreconocibles. Había unos postes de hierro que estaban como un colador debido a la metralla. No era muy difícil imaginarse los lejanos días de destrucción.

Imprudentemente, salí del camino marcado y me acerqué a los montones de chatarra. Imaginaba que en esa zona no había minas, pero tampoco estaba totalmente seguro. Me aseguraba que donde ponía el pie estuviera el terreno bien compactado. Cuando no, caminaba sobre los restos de metal.

Volví a la carretera encantado con las fotos que había tomado y, nada más subirme a la bicicleta oigo una explosión. Booooommmmm! A menos de quinientos metros de donde me encontraba se levantaba una columna de tierra de varios metros, por causa del estallido de un obús. Me quedé congelado. En ese momento pensé que eran maniobras militares. Que desde algún punto, alguien estaba esperando a que yo evacuase la zona donde había estado para poder comenzar las prácticas de tiro. Al momento cayeron otros dos obuses más, esta vez más cerca. Cogí la bicicleta y me alejé lo más rápido posible de allí. Ni siquiera saqué foto de las columnas de tierra. Ya no estaba tan seguro de que fueran maniobras militares, igual era un ataque real. Según me iba alejando oí otras dos explosiones más.

REPÚBLICA DE ARTSAKH, Monasterio de DadivanA
Leyendo al sol

COMIENZAN LOS CONTROLES

En una localidad cercana a la capital donde paré a tomar un café, despejaron mis dudas. En una mezcla entre inglés y alemán, pude comunicarme con la camarera del bar. Parecía ser que sí, que eran maniobras militares. Imagino al que estaba al mando: ¿Qué cojones hace un tío en bicicleta en el campo de tiro?

PEDALEANDO ALTO KARABAJ, Camino a Füzuli
Paisaje desolador

Según mis cálculos, me encontraba a solo una jornada de bicicleta de la frontera con Irán, y a dos del paso fronterizo, pero las cosas se complicaron. Estaba demasiado cerca de la línea del frente.

Salí de la capital con la intención de llegar al valle del río Arats. Todo estaba transcurriendo sobre lo planeado. En un punto del recorrido, decidí coger una carretera secundaria que en realidad era un camino. De esta manera evitaba pasar un puerto de montaña y a la vez me adentraba en una zona más rural.

El día anterior había visto algún pueblo en ruinas, destruido por los combates o por el propio abandono. Ese día conocí Füzuli. Estaba totalmente en ruinas. Lo curioso del lugar es que no había sido una pequeña localidad, sino un lugar de cierta importancia. Las ruinas se extendían a ambos lados de la carretera, interminables hileras de casas, barrios, en los que no se mantenía en pie ni un tejado, solo muros. No podía imaginarme esa gran localidad fantasma con vida, con la que había tenido hacía no más de treinta años.

Tomé varias fotos del lugar y seguí mi camino. A la salida de la villa fantasma, había una explanada donde estaban camuflados tanques, había también un letrero que señalaba una base militar. Según tomé la última foto, apareció un vehículo de la policía militar. Según pasaron les saludé y pararon un poquito más adelante. Me pidieron documentación, y me hicieron un breve y formal interrogatorio. Podía continuar.

Diez kilómetros más adelante no tuve tanta fortuna. En un control me impidieron seguir adelante. Me preguntaron si había tomado alguna foto y les dije que no, me pidieron la cámara y les dije que no llevaba. Estaba a solamente 20 km. de destino, Jrakan, pero me obligaban a cambiar de rumbo.  Solo estaba permitido a locales transitar por ahí. Así pues, no solamente se veían frustrados mis planes de llegar a la frontera al día siguiente, sino que me obligaban a coger una ruta que me tomaría cuatro días llegar a la frontera y me iba a quitar el pellejo debido a la orografía del terreno.

Me desvié a la localidad de Hadrut. Yo no quería ni a tiros volver por la carretera que me marcaban, así que, opte por el plan B. En el mapa vi que había un camino que transcurría por la montaña y que tras un tortuoso recorrido por pistas de tierra, me llevaría a Jrakan.

ZONA MILITAR

Subí con parsimonia los preciosos y arbolados quinientos metros de desnivel del monte que da sombra a la localidad donde me encontraba. Al otro lado, un paisaje yermo se extendía ante mis ojos. En el camino me encontré a algún paisano que me desaconsejó seguir adelante, que no estaba permitido pasar. Pero ya había tomado una decisión.

NAGORNO-KARABAJ, Jrakan, maniobras
Maniobras militares

Llegué a Jrakan tras tres polvorientas horas llenas de incertidumbre. A la entrada todo eran casas abandonadas. Cuando llegué a lo que según el mapa era el centro del pueblo, descubrí una gigantesca base militar con un frenético movimiento. A un lado se encontraba la mencionada base, al otro se veían tanques desplegados en hilera, al otro una columna de soldados en marcha… solamente a mi frente el camino estaba despejado.

NAGORNO-KARABAJ, Jrakan, Línea del frente
Casas de colonos

Me deslicé por el camino sigilosamente. Nadie reparó en mi. Estaban absortos en sus juegos de guerra. Pude incluso tomar un par de fotos de la hilera de tanques y la columna de soldados. Y me alejé de allí sin mirar a los lados, solo al frente. Me alejé como de puntillas.

MÁS CONTROLES

Tras una jornada de bicicleta de paisajes desolados y pueblos asolados, llegué a destino. La pequeña localidad de Mijnavan.

Localicé el supermercado y nada más bajarme de la bicicleta, unos militares se presentaron ante mí. Me pidieron el pasaporte y me hicieron unas preguntas. Dijeron que lo sentían pero que tenía que esperar a que llegase la policía. Que me iban a hacer más preguntas. Los militares fueron muy agradables y no me importó en absoluto. Pedí una cerveza de las de medio litro y algo de comer, llegaba desfallecido.

Llegó el policía, su inglés daba para comunicarse, Me interrogó mientras estaba comiendo y me dijo que todo bien, pero que tenía que esperar a que llegase la policía de inmigración, que me querían hacer aún más preguntas. Mientras esperábamos, me invitó a la segunda cerveza.

El de inmigración no era tan simpático, y de inglés ni papa. Más preguntas, entre ellas si había sacado fotos. Yo que no, que no llevaba cámara. Nadie se explicaba como podía haber llegado hasta allí y haberme saltado los controles. Había conseguido evitar dos para llegar donde estaba.

El primer policía y el de inmigración, me exhortaban a coger otro camino para seguir mi ruta. Yo les decía que no, que me entendieran. Desde donde estaba, tenía solamente unas horas de bicicleta hasta el puesto fronterizo. La otra ruta suponía al menos dos días de bicicleta y subir un puerto de montaña de quitar el hipo. Les dije que comprendieran, que era demasiado lo que me pedían. A todo esto, yo todavía con el culotte puesto y sin saber donde iba a dormir.

PEDALEANDO ALTO KARABAJ, Pueblo de Mijnavan
Aldea de Mijnavan

Tres horas y media más tarde de mi primer encuentro con los militares del pueblo, todavía seguía retenido. Era noche cerrada desde hacía un rato. Ahí me puse serio y les dije que qué! Que si estaba detenido. Ellos me decían que no, que esperase un poco más. Les dije que ya estaba bien y les decía que ni siquiera sabía donde iba a dormir gracias a ellos. Después de unas llamadas telefónicas, me dijeron que podía continuar por el camino que tenía pensado. Habían estado llamando a los puestos de control que me encontraría al día siguiente para que me dejaran pasar.

Me acompañaron a un lugar al lado de un bar para que pusiera la tienda de campaña. El suelo era de grijo y no había manera de clavar una piqueta. Les dije según lo vi que allí era imposible plantar la tienda. El salao del camarero me dijo que no me preocupara… y me llevó a dormir a su casa.

Al día siguiente el policía primero, que era otro salao con una cara de buenazo que no podía con ella, me recogió en la casa del camarero. De ahí hizo de escolta con su coche para que no errara el camino de salida, y probablemente para asegurarse que no metía las narices donde no debía. Ese mismo día fue el del encontronazo con el personaje que maltrataba a su novia, lo cuento en la anterior entrada.

PEDALEAR EN ARTSAJ

Las carreteras están en buen estado. Es más, la carretera por la que entré, desde el lago Seván, está incluso en excelente estado, ya que es de nueva construcción.

PEDALEANDO ALTO KARABAJ, Valle del río Tartar
Valle del Tartar

El tráfico es escaso, con lo que hace la conducción muy segura. Aún así, tuve un incidente que me gustaría mencionar. Bajando desde el paso de Sotk, hay una cuesta que parece que nunca se va a acabar. La pendiente desciende mil  seiscientos metros en los kilómetros siguientes. Bajando dicha cuesta de tres carriles, coches esporádicos y un asfalto impecable, me llevé una desagradable sorpresa. El único coche que subía en ese momento, dio un volantazo e hizo el amago de atropellarme por hacer la gracia a sus amigos. Yo bajaba rápido y lo cierto es que fue más grande la sorpresa que el susto. Sorprendido de como puede haber gente tan imbécil e irresponsable. Creo que no llegué a pensar en ese segundo que el tipo iba a atropellarme, aunque es posible que el corazón se me parase durante un momentito. Ojalá se muera cagando!

Continúa…

Nagorno-Karabaj, monasterio
Beata en iglesia

19 comentarios sobre “Pedaleando Alto Karabaj

  1. Pedrito ten mucho cuidado, no me des sustos. Se prudente y con cabeza. Sigue disfrutando. Tengo ganas de verte y darte un besazo.

    1. No es que guste el riesgo, pero a veces, por un motivo u otro, viene en el mismo paquete que el viaje.
      Y ahí seguimos… disfrutando.

    1. En ello andamos, y no creas que descuido lo último. Si los gatos tienen siete, nosotros solo una, y hay que tratar de llegar «enteros» en todos los aspectos lo más lejos que podamos con ella. Un abrazo.

  2. Impresionante relato. Leyéndote nos vamos imaginando la situación: tensión, riesgo, buscarse la vida, etc. Cualquier día plasmas todo esto en un libro. No me extrañaría nada. Salud. Rafa

    1. Sí que hubo un poquito de todo eso en mi periplo por Alto Karabaj. La verdad es que ayuda a sentirse vivo!!! Un saludo.

    1. Es bueno tener emoción en nuestras vidas. La vida así no es más fácil, pero sí más intensa. Es como vivir dos veces.

    1. Te contesto con una cita de Kerouac:
      «Las únicas personas que me agradan son las que están locas: locas por vivir, locas por hablar, locas por ser salvadas…»

    1. Decía uno que sabía mucho… -«Tengo una pregunta que a veces me tortura: ¿Estoy loco yo, o los locos son los demás?»
      Por lo demás, bien. Lo de volver entero no te creas que se me olvida.
      Ondo ibili.

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