
Hoi An es una ciudad asquerosamente turística. Pero…… como todos los lugares asquerosamente turísticos, su aquel tiene. Y desde luego, hay mucho que ver en Hoi An.

Hoi An está rodeada de agua, ese es un punto a su favor, aunque, parece ser que también en su contra, ya que el centro del país es propenso a las inundaciones. El río que le da el nombre, se encuentra con el mar formando intrincados canales de agua que rodean la ciudad.


A solamente cuatro kilómetros se encuentra An Bang, que es la localidad que acoge una larguísima playa de aguas claras donde es toda una delicia nadar.
La parte vieja de la ciudad, es la más turística. Sus calles están alineadas con toda suerte de comercios, bares, restaurantes, algún que otro templo, casas señoriales y una arquitectura bien cuidada disimulada por toda serie de artículos que se encuentran en venta. Muchas de las plantas bajas de las casas y los patios, se pueden visitar, ya que es en ellas donde se encuentran expuestos los artículos, ya sean cuadros, zapatos, o «estuve aquí y me acorde de ti»s. En uno de los extremos de la ciudad se encuentra el animado mercado. Animado y caro mercado, ya que como la ciudad está infestada de turistas, los precios son para turistas. En Vietnam esto significa un 50 y un 100% de recargo sobre el precio vietnamita.


La ciudad tiene una relativa actividad cultural con espectáculos para turistas y bares con música en directo. Existe un bono a la venta con el que se puede acceder a seis de los muchos templos, casas y museos temáticos repartidos por la parte vieja de la ciudad. Si te has quedado con las ganas por ver más, te compras otro y tan contento. Yo tuve la suerte de coincidir en uno de los museos temáticos, que más que museo era tienda temática, con uno de los espectáculos. Fue una especie de breves demostraciones de diferentes disciplinas sobre las tablas: teatro, música, y, canto.
Los asiáticos, tienen cosas admirables de las que deberíamos tomar nota y aprender o al menos mejorar comportamientos por nuestras occidentales tierras, peeeeeeero, como ya he mencionado en otros artículos, la música no es su fuerte. Son el polo opuesto de africanos subsaharianos y caribeños. Si el sentido del ritmo se aloja en alguna parte del cerebro, en el suyo se encuentra escondido y bajo siete llaves. No creo ni mucho menos que la culpa sea suya, sino exclusivamente de sus compositores de música y luthiers. Es imposible coordinar diferentes partes del cuerpo con esas mezclas de acordes. Y nosotros que nos reíamos de la música del telediario… eso es un temazo comparado con esto. El sonido de la música tradicional vietnamita que escuché en esta representación, fue básicamente el siguiente: ñi, ñi, ñi, ñiii, ñiñiñi, ñiii, ñi, ñi, ñiiiiiiaaooooooooo. Un taladro en marcha con la broca mal afilada, eso es lo que es. Monocordios, platillos, trompetillas y violinetes, pero lo que me llego al alma es la especie de bajo que se ha currado el de la foto de arriba -o un primo luthier de afición-. Se compone básicamente de: una maleta de cartón, la mitad del riel de madera de un cortinón, cuatro alambres de diferente grosor, y cuatro palometas de rueda de bicicleta. Hay que tener mucho arte para hacer música con eso. Del monocordio mejor ni hablamos.

Por el día la ciudad es relativamente tranquila. Por la mañana es una gozada pasear por las calles de la parte vieja, que son tres, eso sí, largas. Al mediodía y a la tarde, no hay apenas gente debido a la calorina que un día sí y otro también hace, no en vano mayo es uno de los meses más calientes en esta región. Esto es una escusa barata para uno ponerse tibio de cerveza, con lo que hay que estar psicológicamente fuerte para no destrozarse el hígado.

Como lugar turístico, la oferta de actividades a realizar es bastante amplia, entre ellas piragüismo.
Animado por Anh -bien es cierto que tampoco hay que pincharme mucho- y con la compañía de Tung, nos fuimos a dar un paseo por el río. Como Anh tenía que entrar a trabajar tempranito, a las seis de la mañana ya estábamos piragüeando. Y es que la vida del viajero es muy sufrida.

Hoi An es una de esas ciudades que el acto de pasear por la ciudad, es suficiente premio para el turista, ya que, sus calles, callejones, rincones y el río -aparte de los típicos atractivos turísticos-, son suficiente premio como para acercarse hasta allí y estar entretenido por el simple hecho de tener los ojos bien abiertos.
Kepa chulisimas las fotos, el colorido, la luz, me encantan. Espero que estés disfrutando a tope. Muchs besos y abrazos!!
(Si consigo publicar esto que sepas que soy Trini)