CICLOTURISMO EN VIETNAM

Pedaleando Vietnam no te vas a aburrir ni un poquito. Va a ser tan emocionante que llegarás a desear poder aburrirte, poder tranquilizarte, relajarte un ratito… aunque solo sea un ratito.
Aquí hay que pedalear con todos los sentidos alerta. Si bien es cierto que hay carreteras tranquilas en la que apenas hay tráfico estas no son tantas. Aunque las hubiera, probablemente estuvieran lejos de los lugares que quieres visitar. Muchas veces no hay opción, vayas por donde vayas siempre va a estar transitado, no en vano es el país más densamente habitado de la zona. Por otro lado, la morfología de su territorio a veces no ofrece muchas opciones.

Haciendo un breve resumen: las carreteras del norte del país son las menos estresadas, así como algunas del interior. Por otro lado, pocas, muy pocas del Delta del Mekong se merecerían el estatus de tranquilas.

Básicamente, el país tiene dos carreteras: la Nacional 1A y la Duong Ho Chi Minh. Las dos recorren el país de norte a sur o al revés. La Nacional 1A es una especie de autovía que recorre el litoral vietnamita, siendo esta la carretera más transitada con diferencia. La Duong HCM o HCM Road, discurre paralela a la anterior, pero por el interior del país. Esta última es más tranquila pero, según nos vamos acercando al sur, el tráfico aumenta hasta llegar a ser un dolor de cabeza.

Lo del dolor de cabeza no es ninguna exageración, sino un hecho real. Los conductores vietnamitas pitan. Todos pitan para pasar. Pitan a cualquier hora del día y sin motivo ninguno la mayoría de las veces. La única excepción son los bicicleteros. Junto con el peatón vendrían a ser la casta más baja de todo lo que puede verse pasar por la carretera. Estos dos últimos y los perros son los únicos que no pitan.
Los más grandes y los que van con más prisa, son los que más pitan. Se oyen pitidos a todas horas, convulsivamente, pitidos estridentes, pitidos mantenidos, pitidos entrecortados, pitiditos, pitidos que te hacen saltar de la bicicleta, que te destrozan el tímpano y te ponen los pelos como escarpias y la carne de gallina. Quien no pita no es nadie en la carretera. Hay que pitar, pitar, pitar, pitar, piiiiiiiiiii piiiiiiiiiiiiiii peeeeeeeee pi pi poooooooooo piiiiiiiiii pi pi piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii puuuuOOOOOOOOOOO!!! No es algo a lo que uno se pueda acostumbrar fácilmente. Mucho menos aún si acabas de llegar del tranquilo Laos. En mi caso, después de tres meses pedaleando por sus carreteras, los pitidos seguían irritándome tanto como el primer día.

Hay días que acabas atacado de los nervios de tanto pitido. Profundamente estresado, con ganas de agarrar del pescuezo al próximo que te pite para pasar. A pesar de ir bien pegadito a tu derecha y él, o ella, tener tanto su carril como el contrario despejados, van a pitarte.

Yo soñaba despierto con poder amarrar a un camionero con la cabeza bien pegadita a la altura del claxon y sentarme cómodamente en la cabina. Entonces, empezaría a tocar el claxon del camión. Primero de una forma mantenida, luego entrecortada, después inventaría alguna melodía que ensayaría con el claxon. Así hasta que los ojos del camionero pitón estuvieran inyectados en sangre, luchando por salirse de sus órbitas, rogando por un poquito, solo un poquito de silencio. Cuando llegase a un punto cercano a la locura, le libraría de sus ataduras y le tendría a arroz duro y agua hasta que me escribiese 10.000 veces: «Nunca más volveré a amenazar con mi bocina sin motivo a un indefenso ciclista». Eso sí, si quisiera le permitiría escribirlo en vietnamita.

Lo de pitar es una mala costumbre resultado de la caótica manera de circular que tienen los vietnamitas. En Vietnam la única norma de tráfico es que no hay normas. Así pues, esto es un caos total circulatorio. Te acostumbras a ver cuatro o cinco personas en una moto. Vehículos circulando en sentido contrario; no solamente bicicletas y motocicletas, sino incluso coches y, rizando el rizo, he visto hasta un camión circular en sentido contrario en una autovía!!! Afortunadamente, no se suele circular a velocidades extremas. En ese sentido la gente es sensata. De todas maneras, aquí el peligro te puede saltar en cualquier momento y forma, y los mismos vietnamitas son absolutamente conscientes. Te acostumbras también a que la gente no solamente hable por el móvil conduciendo, sino también a estampas como a un adulto circulando en motocicleta en sentido contrario, hablando por el móvil, y llevando a un pasajero -que ya podría él o ella haber contestado al teléfono- y uno o dos niños consigo. Sí señor, con un par de pelotas! De esta manera, raro es el vietnamita que no tiene alguna cicatriz que mostrarte fruto de un accidente de tráfico.

A lo que tampoco llegue a acostumbrarme es a que se incorporen a la calzada sin ni siquiera mirar si viene alguien; el vietnamita tiene su lado suicida. Con niños o sin niños, hablando por el móvil o no, cargada la moto hasta las trancas o de vacío, con tráfico denso o con la calzada solitaria. Cuando el conductor vietnamita se incorpora a la calzada, es como si tuviera preferencia. Son además muy perros; si no miran, no te ven. Y no discuten. Con sonreír y no mirarte a la cara está todo resuelto. Te pueden hacer la faena del siglo obligándote a frenar en seco o a desviarte de manera brusca poniendo en riesgo tanto su integridad física como la tuya. Te puedes cagar en lo más barrido y mentarle sus muelas, que no se le va a mover la cara. Primero te sonríe y después no te vuelve a mirar nunca más, dejándote allí a ti desenterrando muertos.

En tres meses vi muchos uuuuuuyyyys! y algunos aaaaaayyyyy! Llegué incluso a sufrir dos incidentes, más que accidentes. El primero fue en una rotonda. Una mujer en moto cambió de trayectoria -evidentemente sin mirar-, justo en el momento en que yo estaba adelantándola. Yo la vi venir y me agarré al manillar de la bici como timonel en una tormenta. En una décima de segundo ella estaba en el suelo siendo esquivada por el denso tráfico que en ese momento salía como toro de toriles después de haberse abierto el semáforo. Unos rozones en la moto y en las manos y nada más. El segundo incidente fue menos «grave». Esta vez era yo quien circulaba en sentido contrario. Era en una calle sin apenas tráfico y realmente iba paseando más que rodando. El motivo de ir por el carril contrario era que del cielo caía fuego y yo buscaba sombra desesperadamente. Un adolescente que circulaba por el otro carril y en sentido correcto, se marcó un cambio de sentido de 180 grados… evidentemente sin mirar. En un abrir y cerrar de ojos lo tenía enfrente dirigiéndose hacia mi directamente y el tipo todavía ni se había enterado. Empecé a gritar: stop, stop, stop! Y efectivamente, hasta que el tipo stopó contra mí. Afortunadamente, en el último segundo se le encendió la lucecita de la atención y freno lo suficiente como para que no saliéramos dañados ni nosotros, ni su moto, ni mi bici. Eso sí, el choque fue rueda contra rueda. Yo opté por no moverme porque tampoco tenía clara su trayectoria. Si se me ocurre esquivarle y el tipo me hubiera sacudido de lado, partiéndonos en dos a mí y a «Venenito».

Como ejemplo del caos circulatorio, os muestro abajo un vídeo, para recordar como se las gastan aquí.
Tengo dos imágenes de motocicleteros grabadas a fuego de la ciudad de Hanoi. La primera era un repartidor de huevos marcándose una diagonal por el atestadísimo carril que circulaba. Tenía la cara desencajada, el cuello tieso como una vela y los ojos más abiertos que los de un búho, y probablemente con un arco de visión camaleónico. La segunda es la de un caradura con la camiseta del Atlético de Madrid marcándose una transversal al sentido del tráfico. Este llevaba un carrito enganchado a la moto. El tapón que provocó el tiparraco fue antológico. Pero allí nadie protestaba. La gente se arrimaba al hueco que iba dejando sin mirar más que al frente. El que podía pasar pasaba, el que no, seguía metiendo rueda.
La señalización en las carreteras es pésima, a veces incluso inexistente. En los cruces, a veces escogía la carretera por instinto o por la posición del sol cuando no había nadie a quien preguntar. Sabía aproximadamente a qué altura me encontraba y que dirección tenía que seguir. Viajar con mapa de papel por las carreteras vietnamitas es todo un reto. A esto hay que añadirle que comunicarse aquí -sobre todo en zonas rurales-, es difícil. Conseguir información útil y veraz es toda una proeza. Sin duda, hoy en día, si uno renuncia al espíritu de aventura extrema, la opción más acertada es circular con GPS o aplicaciones como maps.me o mapy.czech. Muchas de las carreteras y caminos no aparecen en los básicos mapas de papel. Cruces que tienen más opciones a seguir que las que aparecen en el mapa. Mojones que 5 km. más adelante te señalan más km a recorrer de los que has visto en el anterior. Caminos que según el mapa debieran ser carreteras y carreteras que debieran ser caminos. Y así sucesivamente. A todo esto hay que añadir que uno no siempre es lo suficientemente rápido pensando, o tiene un mal día, o simplemente está espeso. El primer día que vi la señal de «estación de servicio», la confundí con otra bien diferente que había registrado unos meses antes en este mismo viaje.
La señal de abajo refleja fielmente una pareja de franceses -el tipo lleva boina y todo- yendo de «pique-nique» al campo. Parece ser que son reminiscencias del pasado colonial vietnamita. Que no caigan las feministas en la trampa de poner el grito en el cielo por ser el hombre quien va delante. Sí, es cierto que el va primero, pero es ella quien le esta diciendo dónde tiene que ir. Además, así es improbable que se pierda -voluntariamente, claro-. Comparten tareas. Ella lleva el mantel para el almuerzo y el lleva los bocadillos en la mochila. Los ha preparado él solito con los ingredientes que ella le ha sugerido y con los que a él le ha dado la gana. También lleva en la mochila una botellita de vino para empujar el almuerzo. A ella no le gusta, pero no protesta, sabe que es una batalla perdida, así mismo también sabe que la guerra está ganada. Que ahogue en el vinito sus frustraciones si así lo desea. Además, está tan gracioso cuando se pone un poco piripi!

Resumiendo, este país es toda una experiencia para ser bicicleteado, pero no es apto para cardíacos. El vietnamita te va e empujar para ponerse él delante. Otras veces, te adelantará para diez metros más adelante pararse justito delante de tí cerrándote el camino. También cerrándotelo poquito a poco según te vas acercando. Ni siquiera van a mirar para ver como les has librado. Van a lo suyo y van a seguir a lo suyo. Te van a robar el espacio, Te van a caer desde cualquier dirección y ángulo, te minarán los nervios un día tras otro. Al menor descuido tienes a alguien delante de ti, y detrás, y a otro atravesado en la carretera.
Te vas a encontrar muchas veces perdido en sus carreteras, pero también vas a ver muestras de solidaridad, como gente que te guía con su motocicleta durante kilómetros para sacarte de un laberinto o para indicarte el camino que debes seguir. Casi todo el mundo te saluda al pasar por las zonas rurales, a veces demasiado efusivamente. Hay puestos de comida o tienduchas cada poquito, y son poco habituales las carreteras en las que circules más de veinte km sin tener la posibilidad de repostar. En muchos lugares el paisaje es de los que quita el hipo de lo bonito que es. Ese día compensa todas las penurias pasadas hasta llegar hasta esa región, ese valle, ese rinconcito del que en ese momento tú eres dueño y señor.

A pesar de todos los pesares, Vietnam es un excelente país para recorrer en bicicleta. Sus gentes son las más salerosas del Sudeste Asiático. De estirada geografía, el país tiene todo un abanico de paisajes que ofrecer al visitante. Un riquísimo legado cultural y todo un muestrario de diferentes etnias. Su excelente y económica gastronomía es todo un aliciente añadido.

Unos días lo amarás y otros estarás deseando salir de allí lo antes posible. Muchos días sentirás ambos deseos.
Un pequeño complemento de 1996: https://www.guiasbicimap.com/images/gb/extractos/vietnam_en_bici_el_pais.pdf
Interesante ver como ha cambiado el país… Gracias por compartir.
Qué buena experiencia! Nosotros estamos recorriendo Vietnam y estamos pensando en cambiar bus por bici. Tienen lugares para recomendar que estén un poco fuera del circuito turístico, queremos escapar un poco del exceso de gente, tal vez conocer algún pueblo pequeño. Ahora estamos yendo hacia Ninh Binh.
Donde encontraréis lugares nada turísticos en la Ho Chi Minh Road. En algunas partes no veréis ni un turista durante días. Otro lugar interesante es el delta del Mekong. Si os dirigís al norte, tenéis todavía más fácil salir de las rutas turísticas.