«Cada individuo tiene el potencial para ser iluminado en el curso de su vida o en existencias posteriores» Lama Govinda
Respeto a lo recibido
Meditación Vipassana en Suan Mokkh
A decir verdad, no tenía muy claro lo de apuntarme en un retiro de meditación vipassana de diez días, pero surgió sobre la marcha. El curso se me hacía atractivo por varios motivos: el idioma vehicular era inglés -el cual me interesaba practicar-, había clases de yoga y tai-chi a diario, la posibilidad de aprender a meditar, su asequible precio, la experiencia de compartir vivencias con monjes budistas y una comunidad internacional…
Lo que me acabó de animar fue que enero era de los meses más concurridos del año, con lo que, no había tantas plazas como solicitudes. Además había que pasar una entrevista en la que se evaluarían mis intenciones con respecto al curso y mi nivel de inglés. Si no era tan fácil como sólo apuntarse, sí interesaba. Total, que pasé la entrevista y el mismo día por la noche casi me estaba arrepintiendo de haberme apuntado. Al día siguiente me había arrepentido totalmente.
Hoy, segundo día de autos, veo las cosas desde otro prisma. Creo que aguantaré hasta el quinto o sexto día, al menos aunque solo sea para contároslo. Conociéndome, igual hasta acabo el curso!
El día de la inscripción la recepción era un hervidero a la hora en que llegué. Aquello era un frenesí. Había dormido las dos noches anteriores en Surat Thaní, ciudad sita a 40 km del centro de meditación, con lo que, hasta las diez de la mañana no pude llegar allí con mi bicicleta. Había gente que había pasado la noche anterior en el monasterio que se encuentra a poco más de un km. del centro de meditación para a primera hora formalizar la inscripción. Esta había que realizarla «in situ«, ya que no se admitían reservas, y quien primero llegase y pasase la entrevista tendría plaza. El idioma que se escuchaba entre bambalinas era inglés, aunque también se podían escuchar otros idiomas. Casi todos andábamos perdidos por el centro de retiro y casi todos con ganas de compartir impresiones. Serios carapalos también había; de esos siempre hay.
Austero cuarto
A las 12:30 nos dieron de comer a pesar de que el curso oficialmente no empezaba hasta las 13:00. El plazo de inscripción terminaba a las 15:00. Después de comer fui al próximo monasterio a comprarme unos pantalones de pata larga para poder estirarme y tirarme a gusto, ya que los únicos que tenía eran unos vaqueros.
Al estar en una comunidad monacal con monjes y monjas, hay que ir tapaditos. Cubrirse de rodilla p’arriba y de cuello p’abajo. Se permite manga corta pero no enseñar los hombros. El pelo largo recogido. Se veían unos moños preciosos. En las zonas de baño esto se relajaba un poquito, ya que ahí como en otros muchos lugares comunes, no compartíamos espacio con la comunidad femenina.
Tanto monjas y monjes como cursillistas y cursillistos, estaríamos al cincuenta por ciento aproximadamente: fifty-fifty. Resumiendo, que me compré unos pantalones de monje shaolín que todavía no me he visto con ellos, porque no hay espejos, pero creo que los visto con dignidad y prestancia. Sobre todo teniendo en cuenta que básicamente son un saco de patatas con dos agujeros para sacar las piernas. Eso sí, muy cómodos.
¿Qué habrá hoy para comer?
A las 16:00 presentaciones y explicaciones varias de convivencia. Nos enseñan los diferentes edificios, como funcionan las cosas, qué podemos tocar, y qué no.
Por la mañana, según íbamos siendo admitidos, nos íbamos apuntando en las tareas a realizar en la comunidad. Cuando llegó mi turno solo quedaba limpieza de váteres, tarea que nadie se había asignado en ninguno de los edificios. También quedaban dos puestos para limpiar los canales del agua de aseo personal, lavado de ropa y lluvias. Básicamente, una especie de acequia pequeñita. Me cogí uno. Libré por los pelos de limpiar letrinas.
Meditación Vipassana en Suan Mokkh
Suan Mokkh significa Jardín de Liberación. Estamos en unas tres hectáreas de terreno con arbolados varios, huertos, zonas de paseo y tres hermosos estanques con una islita en el centro de uno de ellos. A esta se accede por una pasarela. Los edificios están repartidos por todo el terreno. Mención especial a tres piscinitas de aguas termales. Si hiciera un calor asfixiante igual no llamarían mucho la atención, pero la temperatura es de unos 22 a 26 grados. Se está muy bien dentro. Después de ver las instalaciones nos congregamos en la sala donde más horas pasaremos, la sala de meditación. Mencionar que excepto las habitaciones, todos los demás espacios para la gleba son abiertos ya que la temperatura lo permite; que corra el aire.
En dicha sala, aparece el abad del monasterio hablando peor inglés que los indios del oeste -había que estar allí para oírlo , porque esto no se puede explicar fácilmente-, y nos dice que a partir de ese momento se establece el silencio. Que vayamos entrando en harina. Esto también había que verlo, ciento sesenta personas levantándose de allí al unísono en silencio absoluto. Ni un solo comentario. Todavía algunos desorientados en este nuevo lugar. Caminando de noche con frontales o sin ellos. Era algo muy extraño, me recordó el video de «Thriller» del difunto Jacko pero con mucha menos marcha. Imaginaros la canción pero en balada, y hordas de alemanes, franceses, canadienses, yanquis, australianos, brasileños, rusos, españoles, holandeses, italianos, israelitas, tailandeses, y un griego, moviéndose con un destino común. Parecíamos zombis. Para más cachondeo se oían continuamente cohetes, ya que ni más ni menos era Nochevieja. O sea, que a la balada habría que añadirle zambomba y pandereta, eso sí, la pandereta discreta, solo de fondo.
Vídeo hagiográfico del fundador del monasterio, y p´a la cama. Eran las 21:30 horas y los cohetes, para más INRI, no paraban de explotar. Como era de imaginar, a las 24:00 la fiesta de pólvora se convertiría en orgía, con lo que me programé para hacer caso omiso de la noche de fiesta. Y funcionó. Tengo un vago recuerdo de haberme despertado por la noche con el ruido de cohetes. Me alegré por los que estaban de fiesta y también por mi, ya que al día siguiente no iba a tener resaca.
Kaixo Pedro. Seguramente lo acabarás y repetirás. .. Es el camino …
«Los caminos del Señor son inescrutables»!!! La cita no es mia, creo que es de Karl Marx.